martes, 6 de marzo de 2012

Hacia una estética provisional II



El primer actor del Grupo Provisional es un personaje apócrifo; un crítico de arte y columnista de prensa llamado Flavio Suárez Fombona. Tengo noticias de varios artículos suyos publicados en El Universal, a finales de los noventa. Su último escrito, que yo sepa, se publicó en 2007, cuando se bautizó en Caracas la galería El Anexo.

Pero la existencia de Flavio Suárez Fombona es provisional. Depende de los ejercicios ficcionales de Félix Suazo. Es lo que llaman un heterónimo, o un seudónimo, o un alter ego literario. En todo caso, con seguridad, dice o ha dicho mucho más de lo que el mismo Suazo ha escrito sobre el Grupo.

Hay un artículo de Suárez Fombona, publicado en El Universal (el 6 de mayo de 1999), que resume el procedimiento de Suazo para construir los textos de su heterónimo. Valiéndose de recursos ficcionales, Suazo utiliza la autocrítica fingida y la crítica dentro de la crítica para cuestionar postulados museográficos, críticos y teóricos.

El recurso de la autocrítica fingida es utilizado para enunciar, veladamente, la verdadera posición del Grupo. Suárez Fombona, refiriéndose a la exposición La tarja (1999), critica la “falta de ética y el oportunismo autopromocional” del Grupo, así como la “arbitrariedad de criterios de selección” de la muestra. Pero, cifradamente, o casi como un juego “oulípico”, deja a la vista el verdadero objetivo del proyecto: La tarja es, dice, “una propuesta que arremete contra los mecanismos de reconocimiento vigentes en el medio cultural, colocando a las obras como 'fetiches' y a los artistas como víctimas del sistema.”

La crítica dentro de la crítica, que en Occidente se remonta a la novela de Cervantes, es utilizada por Suazo para hacer visible, legitimar y poner en circulación obras de otros artistas activos en los noventa, como Juan Nascimento, Alfredo Ramírez, Muu Blanco y Luis Lartitegui. Suárez Fombona llama a esos artistas “menores” (por pertenecer a una generación joven), y aprovecha para hacer otra crítica a La tarja, pero a través de la crítica a la curaduría: “¿Será que el Grupo Provisional no puede distinguir entre el éxito promocional y la calidad intrínseca de una obra?”.

Luego, valiéndose de la ironía, califica el Grupo de “efectista y oportunista” por utilizar términos como “muerte del arte”. Critica la supuesta debilidad teórica y propositiva de La tarja, la “ligereza” de los postulados curatoriales, la “falta de posición definida” frente al problema que plantea, y, más importante aún, dice que la exposición utiliza las mismas herramientas culturales que cuestiona.

El análisis museológico le permite enunciar, a través de una vía negativa, los límites y el sinsentido de la crítica formalista y moralista, que en Venezuela tuvo y tiene cierta importancia en la opinión pública. Suarez Fombona denuncia, a través de la caricatura y los lugares comunes de la crítica, la
monotonía visual de la puesta en escena, reforzada por la baja colocación de las piezas, hecho que torna sumamente incómodo la apreciación de las mismas. Además, todas las obras son iguales. Lo único que varía de una a otra es el título y la imagen de referencia. Este panorama poco 'amigable' y de lúgubre apariencia acaba por ahuyentar a los espectadores que, entre aburridos y fatigados, siguen preguntándose por el sentido de la exposición sin que nada ni nadie pueda explicarles semejante burla.
También pone en evidencia el cuestionamiento de la museología como oficio y como poder, que fue un tema importante a mediados de los noventa. Vale la pena recordar que, ante ese tema, hubo (y hay) al menos dos posiciones distintas: la conservadora y la experimental. La primera, que incluso recoge las premisas de la nueva museología, podemos verla representada (en su formato más osado) en La invención de la continuidad, de Luis Enrique Pérez Oramas. La segunda se ha intentado poco y casi siempre con timidez, pero quizás un buen ejemplo de ella son las exposiciones del Grupo, incluyendo La tarja.

Flavio Suárez Fombona es, aparentemente, un crítico que no entiende nada. Suazo utiliza ese perfil ingenuo para cifrar las poéticas del Grupo Provisional. Esa ingenuidad le permite colar en el texto el antecedente histórico del Grupo (El techo de la ballena) y aludir al contexto teórico de moda en los años noventa: la tesis del desencanto posmoderno y la muerte del arte y de la historia: “La tarja representó una visión necrofílica y desesperanzada del arte contemporáneo venezolano”, escribió Suazo-Fombona.

No hay comentarios:

Publicar un comentario