viernes, 13 de abril de 2012

María Moñitos contra los salones

Intervención del comando María Moñitos en el falso conversatorio “Reflexión en torno a los salones de arte”, en el marco de la muestra “Salón de premiaciones”. Jueves 12 de abril-Galería de Arte Nacional.

El supuesto conversatorio, que se redujo a la exposición magistral de notorios ponentes, no llegó a nada, como suele ocurrir en esos eventos. Ni siquiera se construyó con los presentes un cronograma de trabajo, ni se acordó la fecha de la siguiente reunión.

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Comando María Moñitos. Sembrando el terror en la cultura:

Los tres problemas fundamentales que impiden que los salones de arte (en cualquiera de sus versiones) sirvan para construir sistemas justos de intercambio simbólico y artístico, son:

1) Que los salones son estructuras de poder que valoran a los artistas como productores de mercancía, y al arte como mercancía.

Los salones son herramientas del capitalismo cultural. Forman parte del circuito del mercado del arte. Son lo que Documenta a Sothebys; o Arca a Telefónica. Indican las tendencias del mercado. El resultado final es que muy pocos logran ubicarse dentro de ese circuito económico, y los que lo hacen son siempre los que mejor aprenden a participar de él, y no necesariamente los artistas más comprometidos con investigaciones genuinas. Todo esto termina restringiendo la historiografía y la crítica a unos pocos nombres, y construyendo una historia del éxito comercial del arte y de los artistas, en lugar de una historia de la construcción colectiva de cultura.

2) Los salones reducen el concepto del artista al concepto de genio, y limita el arte al concepto de bellas artes.

Esto implica la promoción de un circuito de individualidades: el individuo-artista, individuo-curador, individuo-crítico. Refuerza prácticas competitivas y meritocráticas, en lugar de colectivas y solidarias. Valora los tecnicismos, las perspectivas bellistas y esteticistas de producción simbólica.

3) Los salones nos hacen reproductores de una economía cultural nor-occidental, y dejan de lado otros procesos de producción simbólica: emancipatorios o por los menos diferentes.

Todo intento de valoración de otras formas de producción simbólica siempre será absorbido por los salones, y quedará restringido a categorías estéticas: arte urbano, arte popular, arte de los pueblos originarios, arte ingenuo. Esto siempre implica la descontextualización de los procesos de creación, y la promoción de objetos o de patrimonios intangibles descontextualizados y encapsulados al vacío.

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Frente a la incapacidad de los salones para integrar nuestros procesos de creación, nos parece urgente seguir los ejemplos de movimientos sociales y colectivos que están mucho más adelantados que nosotros. Es curioso que las propuestas de producción de cultura más osadas y emancipatorias no provengan del campo del arte, sino de colectivos sociales: núcleos endógenos, comunas en formación, activistas políticos de base (pero también de algunas —muy pocas— iniciativas institucionales).

Siguiendo esos ejemplos, proponemos que, en lugar de organizar salones (que nos mantendrían en la retaguardia de una posible revolución cultural), hagamos tres cosas:

1) Que cambiemos de paradigma y entendamos a los y las artistas como investigadoras y como trabajadoras (sujetos de la Ley del trabajo), y no como productoras de mercancía. Ello permitiría que los y las artistas no tengan que vivir de lo que hacen, sino vivir por lo que hacen.

2) Que valoremos más los procesos solidarios de investigación, y menos las competencias y las individualidades, estimulando la creación de colectivos, de talleres, de asociaciones, etc.

3) Que generemos estructuras valorativas de la trama cultural, donde los objetos sean sólo medios de producción de cultura, y no los fines de esa producción.

Esto nos permitiría entender a los y las artistas menos como productoras de objetos aislados, y más como hacedoras y reconstructoras de tramas culturales. También nos permitiría entenderlas como productoras de estructuras y realidades sociales y políticas: de imaginarios identitarios, de estrategias organizacionales comunitarias, etc. No podemos olvidar que la acción (los oficios) de los y las artistas incide en las relaciones afectivas, racionales y sociales de una comunidad.

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¿Cómo se puede lograr esto?

1) Convirtiendo los museos en grandes centros de investigación y creación de tramas culturales, que apunten más hacia la experimientación poética y política colectiva, hacia los procesos de formación, y menos hacia las políticas del exhibicionismo.

2) Creando un fondo para ejecutar un Programa de Estímulo a la Producción de Tramas Culturales. Un fondo como el del Ministerio del Poder Popular para Ciencia, Tecnología e Innovación, que implique un concepto ampliado del conocimiento, y que financie el trabajo de los y las artistas y cultoras.

3) Organizando anualmente un Foro Social de Producción Simbólica, al estilo del Foro Social Mundial, y que implique, no sólo la visiblización del trabajo de los y las artistas, sino el intercambio internacional y la búsqueda de objetivos políticos comunes de producción simbólica, a escala gran nacional.

4) Hacer un esfuerzo por que en la nueva Ley del Trabajo los y las artistas y cultoras sean concebidas como sujetos de ley, con la posibilidad de aspirar a la seguridad social y a los beneficios de cualquier trabajador.

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