miércoles, 4 de abril de 2012

Hacia una estética provisional III


Susan Richard fue la curadora de Born in America, la exposición de artistas “americanos” que el Grupo produjo en el Museo Jacobo Borges. Como Flavio Suárez Fombona, Richard es un personaje de ficción, igual que los artistas “americanos”. Cuando digo que el Grupo los produjo estoy hablando literalmente.

Hay que ubicarse en aquel año cero del siglo XXI. Chávez empezaba a gobernar. El Museo Jacobo Borges inauguraba su “casa taller”, justo en la subida hacia uno de los corazones de Catia. Con ese espacio el museo buscaba “acercarse más a la comunidad”. La muestra terminó allí (y no en una de las salas) por decisión de Adriana Meneses Ímber, que entonces dirigía la institución. Hoy es evidente que la falsa Susan Richard estaba en el mismo “topos” ideológico que Adriana Meneses. Las dos enuncian desde el mismo espacio de significación, y participan de los mismos presupuestos culturales. Las dos representan (o representaban) de la misma manera un sólo circuito transnacional.

Susan Richard representa la ideología de la globalización, entendida como expansión civilizatoria del Estado-Transnación. Su figura es una herramienta de traducción cultural. Traduce, para nosotros, la estructura imaginaria y socioeconómica dominante. Comenzando con el nombre de la muestra y los nombres de las obras, todo en su texto-curatorial confirma los signos poderosos del arte contemporáneo (entendido como mercancía). Uno de ellos es el inglés: el texto de Richard está en dos idiomas para garantizar su “universalidad” (¡en plena avenida Sucre!). Pero el signo más poderoso, el que devela el origen cultural de Susan Richard, es la incorporación en su texto de las llamadas “retóricas de la resistencia”.

Primero, porque se trata de una mujer; segundo, porque la exposición hace visible la presencia de “minorías” (según la distribución étnica y sociocultural de la revolución francesa y los Estados Unidos, traducida o expandida a los Estados-Transnación). Y tercero, porque ofrece herramientas interpretativas políticamente correctas, aparentemente antihegemónicas. La más contundente es esta:
[En Born in America] las diferencias quedan diluidas porque, más que sujetos universales, se evidencian las visiones contingentes del lugar y de la historia, afectando así la tradicional visión de centro-periferia como perspectiva.
Richard neutraliza el poder del feminismo y de otros enunciados contextuales (como los horizontes de sentido comunitarios y populares). Pero, sobre todo, logra confundir esos enunciados con los del sujeto trans-nacional, el sujeto “tipo” de la era del simulacro de tercer orden. En el párrafo que acabo de citar, casi no se nota la incompatibilidad entre “la disolución de las diferencias” y la quiebra del sujeto universal. O entre esa misma disolución y las “visiones contingentes”, contextuales. Pero es obvio que a una subjetividad no-diferente le corresponde un territorio que ya no está ni adentro ni afuera, un territorio sin fronteras, sin especificidades culturales, sin accidentes humanos. Un territorio transnacional. Y, desde luego, el campo del arte, antes que el mercado, fue y sigue siendo el laboratorio de ese espacio sin diferencias, sin espacio.

El texto de Adriana Meneses Ímber, que está al inicio del catálogo, sigue la misma receta ideológica. La directora celebra el carácter cuestionador de Born in America, su ficción políticamente incorrecta, pero “saca” la exposición del museo y la instala en el edificio “complementario”: la casa-taller. Según Meneses, ese nuevo edificio sería un “área de comunicación permanente con la comunidad, donde las experiencias creativas propicien reflexiones y transformaciones en los individuos”.

Con ese gesto, que es asumido por Meneses como una acción sin tensión, comprometida con el campo del arte y con el bienestar social, el Grupo Provisional y la comunidad quedaron expulsados del museo. El entramado anti-o-para-o-pre-o-post-occidental comunitario (que es difícilmente aprovechable por el “capitalismo antihegemónico”) y el discurso crítico del Grupo quedaron igualados. El museo los incluía a los dos, pero con la distancia necesaria para intentar comprender cómo aprovecharlos, cómo incorporarlos al texto de cualquier Susan Richard.

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Ver:  Hacia una estética provisional II   /  Hacia una estética provisional I

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