domingo, 5 de septiembre de 2010

Mínima defensa de la curaduría

Los museos no se hacen más democráticos sólo porque exhiban, de un tirón, el setenta por ciento de sus colecciones. Las obras de arte no se hacen más populares o más públicas sólo porque las saquemos de los depósitos. Esas dos estrategias tienen sentido si forman parte de un plan mayor. Pero entendidas como el objetivo final de una gestión, terminan promoviendo la función opresiva del museo y haciendo visible nuestra dificultad para leer los códigos del arte.

Sin la maravilla de una lectura cuidadosa, y liberadas de la interpretación curatorial, las imágenes nos dejan ciegos. Las obras nos abruman y quedamos a merced de su polisemia. Sin el límite que les impone la investigación y la curaduría (que son ejercicios de edición), sus discursos empiezan a tenderles trampas al ojo, con la intención oculta de arrancárnoslo. Toda la violencia de las obras, y el peligro de sus artificios, nos acecha. Quedamos a la deriva en el territorio vivo de nuestras pesadillas.

Con suerte, llegamos a una obra que nos compete y que nos recibe con amabilidad. Si tenemos la información necesaria para leerla, podremos disfrutar del placer de interpretar. Si no tenemos información, y vamos al museo con la ingenua ambición de aprender algo, nos quedaremos —a lo sumo— con el placer instintivo que se siente ante una imagen amable. A eso yo le llamo violencia semántica: sólo los instruidos podrán leer las obras. Vaya noción de democracia.

Luego está la violencia física de la institución y de su espacio, que la exposición indiscriminada y permanente de las colecciones recrudece. El museo se convierte por fin en su propia ruina, como decía Douglas Crimp, o en el mausoleo del que hablaba Adorno. Sin la tarea utópica de la curaduría, que se esmera en invisibilizar esas ruinas y en convertir el mausoleo en un jardín primaveral, la estructura física, monolítica e inmóvil del museo se impone. El cuerpo del visitante queda aplastado por el peso del burocratismo institucional. Triunfan el principio imperial y la razón segunda, para utilizar esas categorías de Briceño Guerrero. Provoca salir corriendo.

11 comentarios:

  1. Dices: "Pero entendidas como el objetivo final de una gestión, terminan promoviendo la función opresiva del museo y haciendo visible nuestra dificultad para leer los códigos del arte." Agrego algo más: al hacer de la gestión un objeto, es decir, transformar una realidad social en cosa, se trama,secretamente,a mi parecer, el ocultamiento del proceso de elaboración y producción de los mensajes, además de la ascensión todopoderosa de los objetos y la negación de nosotros, los espectadores, como capaces de leer tales mensajes.

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  2. Querida Neirlay: esa “trama secreta” que oculta la naturaleza artificial de los mensajes, con su correspondiente negación del sujeto (o la conversión del sujeto en un segmento más del engranaje mediático), describe también la naturaleza de la práctica curatorial. El curador y el comunicador social no son tan distintos. El museo es también un medio de comunicación. Su función es crear, como cualquier canal de noticias, “opinión pública”. CNN, NYT, NBC y el MoMa y el MET se dan la mano. Lo que inquieta es lo subutilizados que están nuestros museos. ¿No te parece?

    José Leonardo: En verdad no provoca salir corriendo del museo sino correr dentro de él. ¿Viste Bande à part, de Godard, o The Dreamers de Bertolucci? Bueno, provoca hacer como Franz, Odile y Arthur, que rompieron la marca mundial de recorridos por el Louvre:

    http://www.youtube.com/watch?v=-z74tb51YI8

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  3. Tengo que reconocer que me conmovió el argumento de la curaduría (más no el curador) como una entidad indispensable para "negociar" con los sentidos.
    “Invisibilizar esas ruinas” me recuerda a alguien que una vez dijo que los museos son los edificios (en el sentido de edificar) de las sociedades que ya no saben construir tumbas. Pero (siempre un pero) ¿por qué habríamos de pedirle a esta sociedad que reconozca que las instituciones tienen un inconsciente cuando nunca lo hizo? ¿Le vamos a pedir más a esta crisis que a las otras sólo por parecer una situación más crítica?
    En fin, que pedirle a esto que nos pasa que seamos más conscientes (críticos) de los mecanismos secretos de cómo opera la imagen, de cómo la imagen nos gobierna, ¿no es extemporáneo? ¿No estamos, más bien, en la etapa del ritual?, ¿en la etapa de la fe?, ¿una etapa que nos pide más teología que teleología? En todo caso, tengo que confesar que estas cortas líneas me han motivado más que la mayor parte de lo que he leído acerca de lo que nos ha pasado en los últimos 6 años (no sé por qué el 2004, con el anuncio de la disolución de los museos como fundaciones de estado me parece tan importante).
    Gracias, de todas maneras.

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  4. Ay amigo, tú sabes bien que eso no fue lo que quisiste decir... ni siquiera correr del museo.. te referías a correr de la lógica cultural ministerial y de la FNM, pero si defiendes la curaduría.. ¿cómo salir corriendo de eso? metase adentro y luche, yo no creo en curadurías revolucionarias aunque insista en trabajar en ellas... creo en estrategias, en reinvensión y reacomodo de la historiográfía hacia afuera del museo, hacia su pertinencia social, en revisión de la arbitraria y mercadodependiente estructura de las colecciones que nos legó la burguesía cultural más esnobista del continente, creo en dinamización de la función de los museos...

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  5. porque el verdadero patrimonio no son objetos fetichizados sino identidades y ambientes culturales que los objetos sólo señalan, el día que me pueda tomar una cerveza tirado sobre un puff compartiendo con otros 300 de experiencias multidisciplinarias en esas salas que trasciendan la solemnidad del mausoleo de la cultura que son, el día que la colección se vaya de gira por los barrios sin miedo a ensuciarse de vida real, ese día defenderé la curaduría dentro del museo como un rol social... por ahora la defenderé como una ciencia, como un método y como un servicio... el museo debe morir por alegre disolución de su lógica, no por deber ser.

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  6. Cierto lo más de lo que dices de la polisemia agresiva ese siempre fue el problema, pero el curador no puede ser una vez más un traductor cultural, eso no llega a ningún lado, debe ser un aglutinante, un atractor de realidades culturales separadas por las hegemonías y colonialidades del saber... debería trabajar para diluir la diferencia, por la hibridación entre cultura culta, masiva y popular desde sus prácticas y textos. Tiuna el Fuerte fundó primero una escuela de Hip Hop underdground social y luego una de música clásica, el Sistema Orquestal Endógeno independiente del Sistema Nacional de Orquestas... el chamo del barrio, de la Calle 4 de El Valle elige si quiere ser rapero o violinista y es gratis y no hay profesor sino intercambio de saberes y de investigaciones a partir de lo que apasiona en la vida real y no de las aburridas bellas artes... digo que deberíamos aprender un poquito de Tiuna El Fuerte, ahí tan más claros de la política cultural que los museos y que nuestras pretensiones de revolución cultural hechas por curadores... que decir de los espacios privados, esnobs y exclusivos del Este que piratean, cobran hasta por la sombra y sólo le vacían los bolsillos a los hijos aburridos de los privilegiados. Para salir corriendo ¿cierto?

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  7. Jesús: Quizás la nuestra deba ser una teología parecida a la del Concilio de Trento. Es decir, una teología que repare en los “mecanismos de la fe” y de las imágenes de esa fe. Así que no se trata de rescatar la deconstrucción (que nunca se ha ido de nosotros), sino de someter nuestra fe a estrategias mediterráneas de control. Quizás esa sea la función de la curaduría --como herramienta de investigación teológica y teleológica--: ponerle cuidadosamente, astutamente, trampas a la fe.

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  8. José Leonardo: “El curador no debe ser un traductor cultural”, dices, “debe ser un aglutinante, un atractor de realidades culturales separadas por las hegemonías y los colonialismos del saber”.

    Esa frase, tan poderosa, se parece a la idea de curador que me gustaría defender. El curador investigador, el curador militante de las políticas públicas de la imagen, el curador-educador robinsoniano, antropófago cultural, el que inventa un museo que sea también un museión y un scriptorium alejandrinos pero populares. ¿Es eso posible? Claro que sí, lo sé por experiencia.

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  9. Dussel sitúa la aparición de la modernidad en este lado del Atlántico en la disyuntiva del indio como un sujeto a ser tratado civilizadamente o como un bárbaro, más precisamente en el debate entre De Las Casas y Sepúlveda. Y Dussel dice que el moderno es Sepúlveda. Tal parece que la fe se pone las trampas a sí misma y tan sólo tenemos que reconocerlas. Como el caso de nuestro amigo Guaglianone, ¿por qué se presenta como un casto si sus argumentos están tan retorcidamente justificando unas filiaciones? Me explico, si los museos están muertos, ¿por qué tenemos que matarlos?

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  10. Ay qué pregunta más necia... ¿realmente cree que me pone en jaque? Señor, entérese, EL MUSEO NACIÓ MUERTO, como un aborto, como proyecto cultural de la modernidad su lógica siempre fue fúnebre, antientrópica como decía Téllez, de ahí el diagnóstico de Adorno de "mausoleo" ¿verdad? fue puro botín de guerra de la Revolución Francesa quitado por la burguesía a la Monarquía europea mientras el obrero entraba a las fábricas y más nada que eso, mientras aquí, le cuento, pasaban otras cosas más interesantes. ¿Hay que explicar eso? Ahora, lo único que yo veo retorcido aquí es iiiiiirse hasta la época de Fray Bartolomé de las Casas o de la historia completa de la estética desde los presocráticos para hablar, para comentar de cosas actuales y cotidianas como la función de la curaduría o las políticas culturales museísticas o el arte contemporáneo. Retorcido me parece armar una poesía retórica de "La fe" o lo que sea que "baje de la musa" en el momento, como metáfora fallida de cosas que se pueden debatir sin metáforas y sin tanta paja intelectualoide de referencias "eruditas"... yo me quedo con el rigor del método y la humildad intelectual DEL QUE INVESTIGA BUSCANDO VERDADES. ¿Dussel panita? ¿en qué país vive? ¿acaso no se ha enterado del montón de cátedras de filosofía política que Dussel ha hecho acá en diferentes viajes los últimos años? cátedras donde se cuestiona brutalmente la lógica cultural de la economía de mercado (no vaya a ser que "capital" o "capitalismo" le caigan feo y no quiera seguir leyendo). No me cite un autor que lo contradice ideológicamente a usted en todo y que sería risible pretender despolitizar o descontextualizar para poner a su favor... no vengan, como la señora Pinardi, a citar a Foucault y a Benjamin para críticar a gobiernos e ideologías de izquierda sin haberse enterado jamás que el primero pasó por el partido comunista, el segundo por la Escuela de Frackfort y que ambos se consideraban marxistas. Busquen entrevistas en you tube no sean flojos. No me vengan a citar a Baudrillard o Sartre sin tener idea de lo que es la patafísica o la Internacional Situacionista... mejor antes de tomar los autores de la otra acera ideológica para disque combatirla, sería bueno primero chequear así sea la wikipedia a ver qué dice de sus posturas políticas. Digo, para no andar dando vergüenza por ahí... mi querido amigo Fuenmayor. ¿Será que usted no tiene "filiaciones" verdad? ¿que es puro y casto y no posee más política que el "apoliticismo" ni más ideología que la del fin de las ideologías? coño vale, ya estamos como grandecitos pa' esas cosas...

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