lunes, 27 de septiembre de 2010

Patrimonio violado

Taller de esténcil dictado por el Ejército Comunicacional de Liberación a la comunidad de la Escuela de Artes-UCV. 23 de septiembre de 2010. 


La UNESCO miente: la Universidad Central de Venezuela no se parece a Machu Picchu o a las pirámides de Egipto. Su mentira se funda en nuestro sentido trivial y homogeneizante de lo sacro. Confundimos a la Tigresa del Oriente con la Atenea Partenos, como la UNESCO confunde, adrede, esas tres ciudades en una misma categoría: la noción de “lo patrimonial”, tan parecida a la de “museografía”, y que en 1945 le devolvió a Europa su lugar simbólico y artificial en el centro del mundo.

Pero fue en 1972 que la noción legalista de “patrimonio mundial” cobró la forma de un decreto. Desde entonces la UNESCO se reserva el derecho de enunciar ese decreto, confundiendo así las ruinas de una ciudad abandonada hace más de cuatrocientos años, la necrópolis de una civilización perdida en el inframundo del tiempo y los espacios vivos de la Universidad Central de Venezuela.

Si caemos en la trampa de esa confusión, terminaremos entendiendo el patrimonio como un cementerio de maravillas humanas, o como una herencia estancada. Además, creeremos que esa herencia es esencialmente física, palpable, material, y olvidaremos que en una cultura viva, como la de la UCV, la verdadera herencia es inmaterial. (La materia, como decía alguien, es una representación del espíritu, no su fin). Claro que debemos cuidar el estado de conservación de los edificios, acabar con las goteras y restaurar las obras de arte, pero a sabiendas de que eso no garantiza su integridad.

El verdadero patrimonio es un caos y un orden vivos, condenados a mutar, a ser corrompidos e interpretados. En ello radica la integridad de una tradición. Por eso ningún patrimonio se decreta. La gente asume o no asume su herencia.

Las comunidades no hacen decretos, hacen vida. Los decretos, que tienen su origen en el principio imperial de la cultura, buscan regular esa vida. Así, el uso de los espacios queda sujeto a reglas ajenas a la naturaleza de lo comunitario. Y para que esas reglas se cumplan hacen falta campañas de sensibilización y leviatanes: propagandas, vigilantes, cárceles, hospitales y morgues.

Se atenta contra el patrimonio cuando una patrulla de vigilantes motorizados recorre todos los días Tierradenadie en busca de sospechosos, o cuando COPRED no colabora con la instalación de una sala de proyección de audiovisuales en la Escuela de Comunicación Social, o cuando COPRED se niega a que la Escuela de Artes haga esténciles en la fachada de su seudo sede, no para adornarla sino sencillamente para hacer un ejercicio de investigación, exploración y reconocimiento de una técnica de reproducción visual.

Pero también se atenta contra el patrimonio, ¡y con cuánta violencia!, cuando las autoridades universitarias, con la complicidad de COPRED, promueven y legitiman la instalación de una oficina del Banco de Venezuela en el espacio que Villanueva le reservó a un mural de André Bloc, violando, no sólo la estructura del mural, sino sobre todo la noción de espacio público o de “universo comunitario” que es más valiosa que el mural mismo, y que nutre la verdadera herencia de la Ciudad Universitaria de Caracas, ciudad viva y espiritual.

NOTA: COPRED quiere decir Consejo de Preservación y Desarrollo, y es una dependencia del Rectorado de la UCV.

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