martes, 15 de noviembre de 2016

Biotecno belleza


comparto una ideas que vienen surgiendo en cayapa, entre Inés Pérez Wilke, Nelson Hurtado, Andrés García (todxs de UNEARTE), por un lado, y por el otro el texto de Esquisa para CLACSO: "LA CONSERVACIÓN Y USO DE LA AGROBIODIVERSIDAD COMO ALTERNATIVA AL MODELO AGRO-EXTRACTIVISTA". Entre esos dos lados, Joussette-Cami-Mau.
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La estética de Hegel parte de esta premisa: el arte, que es objetivación del espíritu-absoluto, es superior a la naturaleza, ya que le permite al espíritu, en su relación histórica con la naturaleza, conocer (cobrar conciencia) de su condición de absoluto. “Absoluto” quiere decir “totalidad”: lo universal, la condición omniabarcadora de la totalidad, y por ende fuente de exsitencia, lo que se manifiesta en fenómeno, fundamento de lo que existe y puede existir. Y “espíritu” significa “hombre” transhistórico y esencial: el yo masculino universal, la masculinidad ontológica conciente de su supuesta (y para nsotros arbitraria) condición de universalidad, “condición de absoluto”.

Que el arte sea superior a la naturaleza supone que la actividad creadora (específicamente artística, en el sentido burgués) de este “yo-universal” (o universalizado por la Universidad de Berlín de 1830) le permite autorreconocerse como tal: como universal-omnipresente, y por ende con derecho a ejercer su totalidad, su supuesta universalidad, sobre el resto de los pueblos y culturas.

La naturaleza queda definida como una instancia inferior al espíritu; inferior a este macho-universalizado por la política universitaria berlinesa de inicios de siglo XIX. Para Hegel, el arte sirve para que el macho-universalizado transforme la naturaleza a través de un trabajo que poco a poco se va espiritualizando, relegando y despreciando el trabajo manual, y con el único fin de comprenderse superior a la naturaleza y así construir la macho-civilización moderna.

Hegel inventó que la historia del espíritu absoluto (la del macho europeo-universalizado) es la historia del autorreconocimiento del espíritu como absulto. Autorreconocimiento que se logró, finalmente --según este filósofo alemán--, en la Universidad de Berlín de su tiempo y en su propio “burgos”. Desde ese lugar (chiquito pero con un impresionante poder expansivo de su pequeñez) los pueblos de América y los de “oriente” estamos estancados en nuestra propia barbarie, que además es definida como “barbarie automerecida”. Para Hegel, los americanos no tenemos capacidad cultural para autorreconocernos ni como espíritu ni mucho menos como absoluto, porque se nos teoriza como esencialmente inferiores, es decir, sub-humanos. Con lo cual Hegel se muestra un autor muy poco original, dependiente de las fórmulas culturales de la conquista española de deshumanización de “indios y negros”.

La superioridad del macho-universalizado, que se autodefine superior a la naturaleza, está en la base de la producción de la biotecno belleza, que desde el siglo XVIII tiene su centro de autorreferencialidad-autolegitimación oligocrática en las bellas artes, y luego, desde inicios del siglo XX en los "media-marketing-artes".

Ese centro de autorrefencialidad que es el arte y la industria cultural legitima la función de la biotecno belleza en otros campos, que generalmente se definen sin observar las consecuencias de dicha función. Tal es el caso del discurso ecológico y de producción y consumo de alimentos, que generalmente no repara en que la biotecno belleza se aplica a las biotecnologías agrícolas, a la producción y circulación de alimentos, y que la manipulación (poiesis) bioquímica y luego celular y genética de las tierras y las semillas tienen una forma y una función biotecno-bella.

El paquete biotecnológico del agronegocio neoliberal (hibridación-agroquímicos-transgénesis) tiene importantes componentes estéticos-plutocráticos, en el doble sentido de operaciones biotecnológicas (biopolíticas) del placer y de operaciones biopolíticas (controladas por mecanismos de dominación patriarcales-racistas) del placer sobre las biotecnologías agrícolas. El paquete incluye componentes de plastificación estilística de la naturaleza (a la manera de las cirugías estéticas y otras modificaciones quirúrgicas de la identidad), de síntesis objetual, de control cromático y táctil, como signos sensiblizantes (signo-somas) al amparo de la sobresignificación neoliberal de la realidad.

Estos componentes estéticos pueden explicar, en parte, la dependencia sensible de las poblaciones urbanas a los rubros provenienes del agronegocio, y hasta la propia dependencia sensible de muchos campesinos a las formas, texturas y visualidades de la producción agrícola y de las tierras.

Las grandes dosis de agrotóxicos o las manipulaciones biocelulares y genéticas no sólo buscan producir más cantidad de rubros, sino también que estos rubros-mercancía sean más biotecno-bellos, en función de las exigencias estéticas del mercado.

Por eso, tanto la amenaza a nuestra soberanía alimentaria como las estrategias de liberación del consumo-prosumo-producción tienen un importante componente estético.

La poiética (fabricación, construcción y tecnología) del conuco también está asociada a una producción estética: una producción en la que opera el placer y la voluntad de vida. Pero la biodiversidad del conuco se traduce en una diversidad de voluntades de vida y placeres, que pasan por una biodiversidad sensible, gustativa, táctil, visual, y una heterodoxia religadora y religiosa, alteritaria, tecnodiversa (heteropoiéica). Es decir, voluntades y experiencias del placer que tienen otros puntos de partida, distintos a los de la universidad de Berlín de 1830.

Comenazando porque las y los conuqueros tratan la naturaleza como a una madre, y a la siembra como a un hijo.

Las artes, entendidas en un sentido no moderno, es decir, los oficios del canto, el golpe y el baile (que además son una variante de los oficios de la siembra, el parto, la cría y crianza, la guerra y las filiaciones eróticas, pedagógicas y políticas) no objetivan ningú espíritu absoluto, entre otras cosas porque tal espíritu no existe o existe muy poco y como otra instancia metafísica más. Lo que existe son espíritus locales, como los espíritus de la sabana de Chávez, que aunque no tienen pretensiones universalizantes no son menos trascendentales.

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