martes, 27 de noviembre de 2012

Hacia una estética provisional IV



Fernando Venturini estrenó Zoológico en 1992. En el minuto 39 aparece José Tomás Angola, todo señorito ochentoso, haciendo visible lo que para mí es el centro de la película: la decadencia de la República del Este en sus hijos posmo-nihilistas. Ese mismo año el MVR 200 dio el golpe de Estado que puso a Chávez en los televisores de todo el país.

Entre las imágenes de Venturini y la de Chávez hay una tensión retórica de larga data, y que en ellos se manifiesta en dos medios de masas. La película relata la puesta en escena de la clase media como ficción cultural. El “por ahora” de Chávez fue otra puesta en escena, otro signo que nos permitió entender el carácter artificioso y editable de la cultura: el poder de la ficción para crear y destruir modelos de realidad. Desde entonces sabemos que estamos listos para empastelar, con maña, las diferencias y afinidades entre la imagen y la realidad.

En 1996 se publicó el beso más cursi y verosímil de otra cultura letrada: el que le estampó Fabricio a Elisa en pleno caracazo, al final de Salsa y control de José Roberto Duque. En ese beso conviven la República del Este, los escritores olvidados o negados por esa misma república, y el imaginario del barrio malandro. Si País portátil terminó en el “digno fracaso” de la guerrilla urbana, y marcó el fin de las retóricas emancipadas de los 60, José Roberto Duque, veintiocho años después, reanima el imaginario “majamámico”, ingobernable e irreverente de la década que termina en la novela de Adriano González León. El beso de Fabricio y Elisa extiende la desobediencia recogida, sistematizada y reescrita por Dámaso Ogaz en Jonás, la ballena y lo majamámico, de 1964. Fabricio, Elisa y Jonás son la trinidad laberíntica de nuestros discursos. Pero también son los tres cachos del minotauro caribe, cariba, caníbal, can cublai, Kublai Kan. Son imágenes del discurso salvaje: son lo bastardizado, lo resentido en nuestra cultura, que saca los dientes frente todo el país y dice que se rinde, “por ahora”, pero ya le puso el ojo al cuerpo que se va a comer.

Dos de las estrategias recurrentes del Grupo Provisional, a saber, su insurgencia planificada y sus ficciones de la cultura, fueron ensayadas, en Venezuela, de mil maneras. La conciencia del poder que tiene la ficción para representarse a sí misma, para construir y destruir modelos de realidad, y la revisión crítica de posibles imaginarios desobedientes, marcan las acciones del Grupo. Entre el 91 y el 96 esas estrategias se practicaron en el arte (en el documental, en la fotografía, en el performance, en la instalación) en los medios de información y en la política. Faltaba aplicarlas sobre las estructuras del campo cultural.


Ver también: //// Hacia una estética provisional: algunos presupuestos teóricos y metodológicos  / Hacia una estética provisional III / Hacia una estética provisional II   /  Hacia una estética provisional I

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